Con un escorpión, el sentimentalismo del agua se transforma en pasiones arrebatadas, seducciones de película y sexualidad vigorosa. Si hay alguien capaz de conquistar con una sola mirada o de hacer que el suelo se tambalee ante su sola presencia, ése es un escorpio.
Si pensamos en él como la otra mitad de una relación, es una persona especialmente adecuada para un adicto a las emociones fuertes, porque en el amor es intenso, devorador y profundo. Sin duda, no deja indiferente a nadie, pero hay que aclarar que su misterio no es para todos los gustos. El magnetismo que crea a su alrededor y la fascinación que ejerce y que le gusta transmitir acabará con la paciencia de los más celosos.
La razón es que tener a un escorpio cerca es adentrarse por el peligroso camino de los juegos de seducción sin límite, un mundo del frenesí y un torrente de emociones desbocadas. Y esto es algo para lo que no todos los mortales están preparados.